
En el último balcón de la Alpujarra granadina, donde la montaña cede el paso al azul profundo del Mediterráneo, se asienta nuestro proyecto en La Garnatilla (Motril). Este encargo único, concebido para unir a dos hermanas a través de la arquitectura, va más allá de construir dos casas: es un ejercicio de diseño en la ladera, donde la tradición alpujarreña se reinterpreta en un lenguaje moderno, honesto y profundamente arraigado al paisaje. Es la materialización de un hogar compartido con la mejor orientación: hacia el mar.

El diseño rinde homenaje sutil a la herencia local. Hemos tomado los principios de la arquitectura tradicional alpujarreña: la pureza de los volúmenes blancos encalados, las cubiertas planas transitables (terraos) y la sabiduría bioclimática de generar sombras marcadas y patios. Esta esencia se traslada a una propuesta contemporánea, utilizando líneas limpias y geométricas que respetan la escala y la topografía escarpada de la ladera. El resultado es una arquitectura que no compite, sino que dialoga con la imponente costa de Granada.
La calidez del Sur se logra a través de una paleta de materiales sobria y atemporal:
- Fachadas: Estuco blanco texturizado, capturando y reflejando la intensa luz del sur de Granada.
- Carpinterías: Madera natural o aluminio oscuro, marcando los huecos con precisión y enmarcando las vistas.
- Pavimentos: Un suelo continuo de piedra natural clara unifica el interior con el exterior, difuminando los límites y acentuando la sensación de amplitud.
Desde la zona de día en planta baja —salón y cocina visualmente conectados— hasta los dormitorios con terraza en la planta superior, el diseño se centra en la luminosidad y la funcionalidad. Incluso el lavadero en la azotea se convierte en un mirador privilegiado hacia el mar.
El diseño rinde homenaje sutil a la herencia local. Hemos tomado los principios de la arquitectura tradicional alpujarreña: la pureza de los volúmenes blancos encalados, las cubiertas planas transitables (terraos) y la sabiduría bioclimática de generar sombras marcadas y patios. Esta esencia se traslada a una propuesta contemporánea, utilizando líneas limpias y geométricas que respetan la escala y la topografía escarpada de la ladera. El resultado es una arquitectura que no compite, sino que dialoga con la imponente costa de Granada.







La esencia de este proyecto reside en la conexión. Las dos viviendas se unen estructural y visualmente mediante un marco principal, creando una vida independiente pero en constante comunión. En el centro de este conjunto se sitúa el espacio común compartido: una amplia zona exterior con una piscina de borde limpio diseñada para integrarse en el paisaje.
El entorno se ha tratado con un paisajismo mediterráneo natural y robusto: olivos centenarios, matorral, piedra de la zona y aromático romero. La luz, especialmente la cálida luz de la tarde, baña los volúmenes y genera un juego de sombras que dota de profundidad y alma al conjunto.
